A poca gente conocemos en Everama que no le guste la música. Nosotros, por ejemplo, la utilizamos para trabajar, para lograr la mejor experiencia en un evento y, como no podía ser de otra forma: para comunicar. La música se convierte en una técnica infalible por muchos motivos que no solo hemos detectado nosotros. Científicos como Serafina Poch, especializada en psicología y pedagogía, afirmó que “la música influye sobre el sistema nervioso provocando efectos sedantes, estimulantes y enervantes” entre otros. Además, también defiende que “ayuda a la meditación, desarrollo y estímulo de la imaginación y la capacidad creadora”. La verdad es que podríamos desglosar una lista enorme de beneficios que nos aporta la música, pero preferimos explicarlo a través de uno de los eventos empresariales más melódicos que han tenido lugar en Everama: la Navidad Rumbera.

¿Hemos abandonado los villancicos en Navidad?


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¡Por supuesto que no! El espíritu navideño no se perdió en ningún momento, solo decidimos cambiar laspanderetas por las guitarras, las voces angelicales por las voces rasgadas de la rumba y las zambombas por el baile de tacón.  Con todo ello conseguimos teñir una cena de empresa de Navidad de rojo pasión, ambientarla con melodías que llevan décadas animando los “tablaos” españoles y dinamizarla con danzas que no carecen de ímpetu y motivación: justo lo que queríamos despertar en nuestros comensales.

La cena tampoco tuvo una distribución típica de Navidad: apostamos por un formato libre que permitiera a los invitados relacionarse e interactuar. Todos sabemos que en una mesa, una vez sentados siempre hay una serie de situaciones que se dan y que pueden incomodarnos: no nos escuchan los compañeros que están algo más alejados, solo podemos mantener una conversación fluida con los más cercanos físicamente, tenemos que pedir que nos acerquen determinados alimentos o botellas, y un largo etcétera. Para evitarlo, propusimos realizar una cena al estilo buffet: secciones tematizadas con gran variedad de alimentos, sin colas y con la posibilidad de moverse continuamente de lugar y hablar con los más allegados.

De la música al simbolismo cromático: una combinación perfecta 

Como en todos nuestros eventos, siempre intentamos dar la vuelta a la situación para conseguir una experiencia redonda y a la altura de nuestras expectativas y las del cliente. En la Navidad Rumbera, quisimos conseguir una experiencia sensorial 360. Aprovechando que la música se encargaba de conquistar el oído de los asistentes, empleamos los colores para estimular la vista de los mismos y, no solo eso, sino transmitirles a través de ese color unos valores perfectamente aplicables a un entorno de trabajo. Los valores escogidos fueron la pasión, el optimismo, la vitalidad y la responsabilidad. Ingredientes infalibles y más que necesarios en cualquier puesto de trabajo. Cada uno de estos valores estaba vinculado a un color que, como parte del juego, se repartió indistinguidamente entre los asistentes haciendo que se reunieran al final del evento y aprendieran una breve coreografía adaptada a los valores que les había tocado. Este fue el clímax del evento: tras conseguir que los asistentes se relajaran, cogieran confianza entre ellos y pasaran un rato de lo más divertido, se dispusieron a bailar sin vergüenzas, con las emociones puestas sobre la pista y con los sentidos a flor de piel.

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A día de hoy, y tras finalizar el evento, no podemos afirmar que los asistentes salieran de la cena sabiendo bailar rumba (pues eso depende de las dotes de “bailaor” o “bailaora” de cada uno) pero sí podemos afirmar que fuimos partícipes de una de las cenas empresariales más originales y enérgicas de Everama. Además, aunque los tradicionales villancicos ni se asomaran al evento, sí vimos en los rostros de los asistentes emociones típicas de la Navidad: felicidad, ilusión y ganas de despedir el año como dios manda.