A las personas les encantan las sorpresas.
Nos gusta a todos recibir un regalo inesperado o encontrar una moneda en la calle. A algunos también les gustan sorpresas de susto, como cuando ven películas de terror. Todo tipo de sorpresas hacen que en nuestro cuerpo se disparen procesos químicos y eso a su vez, provoca que memoricemos el momento para más tiempo.
La sorpresa amplifica las emociones, hace que el participante preste atención y tiempo a lo que estamos enseñándole y se interese por explorar.
Incluir el factor sorpresa al evento puede ser lo que nos destaque.
Porque gracias a este pequeño gesto los participantes se acordarán del evento y hablarán de él y, muy importante, lo compartirán en las redes sociales.
¿Cómo hacerlo? ¿Es caro? ¿Difícil? ¿Gustará a todos?
Antes de todo hay que analizar bien el tipo de evento que se organiza y el perfil de los participantes. Hay que tener en cuenta la edad (influirá en la dinámica de la sorpresa y el nivel tecnológico), el número de asistentes (si van a venir muchos invitados será difícil proponer a cada uno p.ej. un juego individual) y la seriedad del evento. El factor sorpresa tiene que ir acorde con el estilo del evento. Obviamente, será algo inesperado y original, pero sería un poco raro poner un juego de carreras en realidad virtual en un seminario de clérigos ancianos 😉
Para que tenga más efecto en los participantes sería óptimo si la sorpresa involucre varios de los sentidos. La visión sería lo más importante pero si se acompaña de tacto, olor, sonido o gusto, ¡mucho mejor! A parte de los sentidos podría animar a usar la imaginación o jugar con sentimientos (positivamente), provocar risas y el deseo de querer participar.
Hay dos maneras de realizar el efecto wow: completamente inesperado – cuando los invitados llegan al evento y ahí se encuentran con la sorpresa; o creando expectativas – antes del evento dar pequeñas pistas que algo fuera de lo previsto va a pasar en el evento.
En cuanto al precio: todo depende del presupuesto destinado para esta partida y de lo que quiera el cliente. Se puede optar por invitar a Elton John u organizar un juego de adivinanzas. No hay ninguna fórmula de cuál debería ser; lo que cuenta es impresionar a los participantes de alguna forma original y memorable.
¿Es difícil? En algunos casos si. Pero siempre merece la pena. A veces hay que darle unas cuantas vueltas al tema para crear esta experiencia perfecta para el evento en concreto. Para que encaje y para que la gran mayoría de los asistentes se queden boquiabiertos diciendo: WOW. Intentemos encontrar una actividad/show/regalo que agrade a la gran parte de los participantes; sabemos de experiencia y de la vida cotidiana que siempre hay alguien más gruñón que se va a quejar 😉
Es fácil imaginar el efecto sorpresa en los eventos presenciales. ¿Y en los tiempos que corren, online? También se puede incluir en eventos virtuales e híbridos. Es distinto pero su función es la misma. Es algo inesperado durante el evento, para dar un ejemplo, un pequeño show de magia en la pausa de café de la reunión o un juego de pasatiempos al finalizar la junta.
Nuestro objetivo es que las personas hablen del evento cuando ya se termine, que lo hagan visible en sus redes sociales y que compartan la experiencia con sus familias y conocidos. Y por otro lado queremos que esta sorpresa sirva de conexión entre asistentes, tanto en el evento como después, que cree un vínculo entre ellos y que lo puedan ver como algo en común que han vivido juntos.